OBSERVAMOS…
  • Que el tema del control de poblaciones, que en definitiva se refiere al uso de instrumentos letales sobre las poblaciones de lobo, es un tema muy delicado, extraordinariamente sensible y que levanta apasionados debates entre las personas interesadas. Seguramente es EL conflicto central sobre el que pivotan todos los conflictos relacionados con el lobo, y a su alrededor es donde están más cristalizados y ensañados los posicionamientos de los actores en conflicto. Entendemos natural esta situación por el carácter simbólico del animal –el lobo- y el hecho –la muerte- que implica un sentimiento de dolor para algunas personas a uno y otro lado del conflicto.
  • Que, desgraciadamente, no podemos afirmar que hayamos dado con la solución definitiva para apaciguar este conflicto desde el Grupo Campo Grande. Ha sido, de hecho, el tema que más enconados debates ha suscitado y si alguna discusión hubiera podido ser la causante de la finalización de las conversaciones, sin duda habría sido esta. Pero no fue así; hemos constatado las grandísimas diferencias que separan a unas y otras, pero también hemos perseverado en el debate para hacer aflorar los aspectos que nos unen. Y algunos hemos encontrado, pese a las notables diferencias que tenemos.
  • Que no siempre supone una solución efectiva a los problemas de los ataques al ganado, y que de hecho no hay suficientes estudios sobre la relación entre los controles poblacionales y la reducción o no de daños y sus conclusiones no son extrapolables a todas las situaciones.
  • Que, en ocasiones, los controles de poblaciones se utilizan como desagravio y no favorecen la reducción de la conflictividad
  • Que cuando se usan como herramienta para el control de daños, se efectúan tarde, con un procedimiento administrativo lentísimo. Los procedimientos y protocolos administrativos, además, no son homogéneos en las distintas comunidades autónomas ni se hacen con suficientes criterios técnicos.
  • Que existe una cifra importante, aunque naturalmente desconocida, de animales abatidos por caza ilegal, envenenamiento o furtivismo que dificulta los análisis y la gestión de propuestas.
  • Que usar la gestión cinegética como instrumento de apoyo para la gestión de las poblaciones de lobo silvestre, distorsiona el conocimiento real del papel que los controles de población pueden tener para la reducción de daños sobre el ganado.
ESTAMOS DE ACUERDO EN…
  • Que no va a ser posible resolver con ningún proceso de mediación los aspectos morales y éticos que se ven afectados por el hecho de usar instrumentos letales para el control de poblaciones de lobo. La muerte de seres vivos, para algunas personas, va a provocar dolor irremediablemente; la cuestión es hasta qué punto ello puede ser soportable por las personas y por las comunidades humanas.
  • Que la única justificación para el control de poblaciones podría encontrarse en su utilización para el control de daños sobre el ganado, y podría asumirse después de haberse constatado como ineficientes o insuficientes otras alternativas.
  • Que es la mala gestión de los controles de poblaciones la que provoca en buena medida los posicionamientos tan extremos entre los actores afectados. Una gestión más adecuada, rigurosa y consistente, seguramente contaría con una respuesta social diferente y menos polarizada.
  • Que la zonificación puede servir como una herramienta adecuada para la gestión de poblaciones de lobo ibérico, pero demanda información precisa (científica y técnica) y, sobre todo, acuerdo social. Esta zonificación no significa necesariamente habilitar zonas de exclusión, pero sí adaptar los mecanismos que se utilicen a la realidad de cada territorio.
  • Que existe una controversia sobre este asunto, que ha servido para avivar el conflicto, y que hace falta más ciencia para conocer la eficacia de estos controles en la reducción de daños sobre la ganadería, fin último de los mismos.
  • Que la única certeza es que afectando a un porcentaje alto de individuos de lobo se garantiza un descenso de daños sobre el ganado; constatamos que ello, hoy, es inaceptable por una parte importante de la sociedad.
Y, POR TANTO, RECOMENDAMOS…
  • Utilizar el control de poblaciones única y exclusivamente como herramienta de gestión de los daños, cuando otras medidas no letales se hayan mostrado insuficientes o incapaces de prevenir daños inasumibles, buscando que en el medio y largo plazo se minimice su aplicación.
  • El control de poblaciones, aplicado bajo estos criterios, debe hacerse siguiendo un estricto protocolo de manejo, homogéneo en todas las comunidades autónomas.
  • Evitar usar la gestión cinegética para el control de los daños que provocan los lobos.
  • Para asegurar la consecución de sus objetivos, estos controles en caso de autorizarse, deberían ser inmediatos tras los ataques.
  • La gestión de los daños, en un contexto tan variado como el de la Península Ibérica, debe adaptarse a las distintas realidades zonales, a través de un modelo adaptativo y participativo.

Si quieres adherirte a título individual o colectivo a la Declaración del Grupo Campo Grande, pincha en este enlace.


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